Sin duda, uno de los problemas más difíciles de tratar es la llamada ansiedad por separación canina, el hiperapego o la dependencia emocional. Digo que es de los más difíciles porque el tratamiento requerirá, en muchas ocasiones, que el perro no pase tiempo solo. Y eso es algo complicado de conseguir debido a nuestros quehaceres diarios.
Por eso, más que hablar de tratamientos, hablaré de prevención. Los tratamientos necesitan de un estudio y unas pautas individuales y personalizadas, que difícilmente pueden darse aquí.
¿Por qué un perro desarrolla alguna de estas casuísticas? Pues en la mayoría de los casos, por el estilo de vida que lleva y las relaciones que le proponemos.
Tenemos que tener claro que un perro, por el proceso de domesticación que ha experimentado, tiene una gran tendencia al gregarismo, y a eso hay que añadirle que son dependientes de nosotros para prácticamente todo desde que nacen. Si a esto le añadimos un modelo de relación donde no se fomenta la independencia, la autonomía, la posibilidad de elección, la libertad, y donde sus necesidades básicas no están del todo cubiertas, tendremos probabilidades de que aparezca la dependencia emocional.
Partimos de la base de que el perro es un animal social, que buscará pertenecer a un grupo para aumentar sus probabilidades de supervivencia. Por lo que la soledad será antinatural para él, y a su vez, algo que le acompañará a diario.
Con esto podemos ver la responsabilidad que tenemos para con ellos en este aspecto, ya que tendremos que presentarles la soledad de una forma gradual, no invasiva, y de forma que no la conciban como algo “malo”, desagradable o doloroso, porque sí, el dolor social puede llegar a doler tanto como el dolor físico.
Quiero decir con esto, que hay que ser consecuentes con la elección de introducir un perro en nuestras vidas, y asumir las responsabilidades que conlleva. Una exposición desmedida a la soledad podrá derivar en la nombrada ansiedad por separación, una ausencia total de soledad por grandes periodos de tiempo, también. Las relaciones “tóxicas”, en las que no se le permite al perro hacer nada sin supervisión y sin aprobación, ser extremadamente paterno filiales, o cualquier tipo de relación donde se prive al perro de su naturaleza, harán que las probabilidades aumenten.
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