Es un evento que involucra directamente haber experimentado una amenaza a la vida propia, la violación de la integridad física o moral, abuso sexual o físico.
La mayoría de reacciones al estrés son respuestas propias pero de naturaleza específica y desaparecen en pocos días; pero esto no sucede en los que desarrollan reacciones persistentes, transformándose en un trastorno de estrés postraumático (también se podrá desarrollar otro trastorno de ansiedad, depresión, u otro trastorno mental).
Es importante destacar que estas reacciones no solo se deben al evento traumático por sí solo, sino también a la vulnerabilidad, a la genética, a factores ambientales… Por lo que un tratamiento apropiado iniciado por una buena evaluación y diagnóstico oportuno puede ser crucial para el paciente.
Por definición, el trastorno de estrés postraumático puede ocurrir solamente si se ha producido un trauma psicológico; sin embargo, la investigación ha demostrado que la exposición a un factor estresante traumático es una condición necesaria pero no suficiente para el desarrollo de trastorno de estrés postraumático; consiguientemente, son las características de los individuos las que explican que exista una mayor probabilidad a desarrollar el trastorno. Dichas características son de dos tipos: variables psicológicas y de índole biológico. Y se evidencia por el hecho de que muchos perros que sufren de estrés traumático no desarrollan trastorno de estrés postraumático.
También está claro que cada factor de estrés traumático es único y por lo tanto que la experiencia y los resultados de los acontecimientos potencialmente traumáticos, como la violencia o el abuso, pueden ser radicalmente diferentes, dependiendo de la naturaleza exacta y las circunstancias de su ocurrencia, como por ejemplo: una perro puede experimentar un abuso sexual puntual, mientras que otro puede ser repetidamente abusado sexualmente en una macro granja de cachorros. Por lo tanto estos dos sobrevivientes de violación tienen algunas cosas en común, pero muchas diferencias en lo que ha sucedido para ellos y por lo tanto en sus reacciones y síntomas posteriores.
No existe una única causa establecida para el trastorno, pero implica varios cambios interrelacionados como respuesta del cuerpo al estrés, modificaciones en el sistema de regulación emocional del cerebro que están asociadas con sensibilidad extrema al peligro y adaptaciones de autoprotección para promover la supervivencia.
El dolor es el síntoma más frecuente en todas las enfermedades. Frecuentemente, y sin explicación orgánica aparente, el dolor podría estar asociado con algún problema biológico, o bien deberse a causas psicológicas. El trastorno de estrés postraumático es un buen ejemplo. Los estudios científicos descritos han demostrado que los individuos que sufren de trastorno de estrés postraumático son biológicamente diferentes a otros sujetos, aunque no es todavía plenamente comprendido si las diferencias biológicas son las causas o efectos de trastorno de estrés postraumático o los subproductos de otros trastornos que se producen junto con el trastorno de estrés postraumático.
Los retos sociales que enfrentan los grupos vulnerables, cuyos miembros también son a menudo sometidos a factores estresantes y traumáticos, plantean varios desafíos éticos fundamentales para los especialistas que llevan a cabo los servicios de evaluación, tratamiento y prevención.
Una vez se ha producido un trauma psicológico, se es más propenso a un nuevo evento traumático. La conciencia de los acontecimientos traumáticos de los perros ha aumentado en gran medida, gracias al aprendizaje social y la referenciación de otros individuos de su especie.
La salud mental de los perros es a menudo una baja prioridad para los gobiernos y los contribuyentes, y con demasiada frecuencia hay una falta de voluntad política para dar prioridad a este ámbito. Hay una falta de personal especializado para proporcionar la formación y el control necesarios para garantizar las intervenciones psicoterapéuticas recomendadas.
Tenemos herramientas muy sofisticadas para la detección de biomarcadores en el cerebro, la sangre, y otros sistemas para ayudar a tratar y confirmar, así como para refutar diagnósticos psiquiátricos, que rara vez se usan en humanos. Mucho menos en perros.
La de los perros es una comunidad que constantemente vive violencia (de diferentes índoles), sobrevivientes al abandono, accidentes, o al maltrato, hace que puedan experimentar este trastorno, el cuál puede ser crónico y tiene un impacto significativo social e individual.
Pedro Almansa.
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